lunes, 1 de abril de 2013

¿Por qué los niños se aburren en la escuela?

¿Por qué se aburren los niños en la escuela?

Hoy os mostramos un vídeo que analiza los contenidos y la metodología de la escuela, y los somete a juicio. Este vídeo es un documental que pertenece al programa Redes, de TVE2. Hemos elaborado un texo que contiene un resumen del vídeo, y algunas pinceladas críticas sobre la situación que tratan.




La educación en las sociedades primitivas, estaba adaptada a las necesidades de las mismas, y por eso funcionaba. Con la revolución industrial, esta educación necesitó un cambio. La educación cambió, adaptándose a las nuevas características de la sociedad. Sin embargo, nos encontramos con que los tiempos han cambiado desde esta revolución industrial hasta ahora, pero la educación sigue siendo la misma. Es evidente que este tipo de educación no puede funcionar en nuevo contexto, pues debe adaptarse todo lo posible a las características y necesidades de cada sociedad. Es necesario el cambio para el buen funcionamiento, y si antes el objetivo de la escuela era instruir y adoctrinar a los alumnos, ahora este objetivo debe ser modificado y encajar con los nuevos descubrimientos, las nuevas tecnologías, y la nueva sociedad. Debemos formar personas, estudiantes, trabajadores que reúnan los requisitos necesarios para formar parte de esa sociedad, necesitamos la imaginación, la creatividad, la vitalidad y la felicidad para crear nuevas profesiones, capaces de resolver problemas, de inventar… y no de memorizar y reproducir, trabajo que realizan los utensilios y herramientas de los que ya disponemos.

Humanismo, realismo, ilustración…todas las etapas cambian, se suceden, y nunca se complementan. Tal vez en determinadas épocas no haya sido necesario, pero tal vez por las características de la sociedad actual y porque ya hemos vivido toda esa variedad de pensamiento, ahora necesitamos una suma de todos. Quiero decir, en un contexto determinado la educación se centraba en el pensamiento del hombre, en la reflexión, en el espíritu crítico… y en otro determinado momento en sus posibilidades, en el saber hacer, en la mecánica, en lo práctico… pero a día de hoy podría asegurar que el uno sin el otro no tienen sentido. Al tener máquinas y herramientas que pueden realizar ciertas tareas y actividades por nosotros, debemos tener algo que nos diferencie de ellas. Esto es la espontaneidad, la imaginación, el sentimiento, ese “artista” que llevamos dentro y que una máquina no. Con la revolución científica parece que solo necesitemos máquinas. Esto hace que la concepción de lo útil, vaya ligada siempre a lo objetivo y lo exacto. Da importancia la ciencia y se desprecia y aparta lo que no lo es. En mi opinión, este descartar la parte “sensible” de las cosas hace que se pierda mucho en el camino, que los descubrimientos pudieran ser mejores de tener también su parte de arte, que no podamos ir más allá de lo probado y demostrable, y que nos quedemos simplemente en el hecho de que lo que conocemos es lo que existe, y de que no hay más .

Muy relacionado con lo que mencionaba antes de “lo imperante de los datos objetivos”, están los test de cociente intelectual. Intentan medir unas capacidades no medibles científicamente, la inteligencia en mi opinión tiene muchas formas y se manifiesta de muchas maneras, y creo que es imposible delimitar su campo de acción, o centrarse en medir sólo algunos aspectos de los que podría abarcar. Alguien adiestrado para realizar test de inteligencia, posiblemente obtendría una calificación más alta que otra persona que aunque fuera más inteligente no supiera enfrentarse igual de bien a ellos. Aunque este test fue diseñado con un fin razonable, ha habido personas bien pensantes que han conseguido, como todo, usarlo para conseguir unos objetivos nada “éticos”. Esto es, han conseguido hacer del  test una herramienta para clasificar, para poder posteriormente discriminar.

Lo bonito de aprender es aprender, y no dar resultados. Cuando intentas aprender, te das cuenta de que aprendes, quieres seguir aprendiendo. Nadie tiene puede evaluarte mejor que tú, porque nadie puede saber qué sientes que aprendes tú. Cuando existe un aprendizaje real en alguien, que otro le exija resultados, que puedan no cumplirse, hace que lo aprendido carezca de valor. Existe la concepción de adoctrinar de cara a cumplir unos objetivos, y no de aprender de cara a desarrollar capacidades. El ambiente de “aprendizaje” está destruido, pues de no estar la enseñanza  enfocada a aprender, es imposible que se den las condiciones propicias para desarrollar esa actividad. Tener estos conceptos equivocados sobre “enseñanza” y “aprendizaje” hace que sea imposible que tanto profesores como alumnos puedan llevarlos a cabo.
Es imposible que un niño aprenda si quién está encargado de que supuestamente lo haga, en realidad no quiere que lo haga. Y está claro que el niño conoce sus necesidades, y sus gustos, y sabe también cómo aprende. Pero alguien ha decidido por él qué es lo que tiene que hacer y de qué forma, sin importar si esto favorece o anula su aprendizaje. El niño se aburre. Pero esto es imposible porque la enseñanza es así y así de bien diseñada y estructurada está. Es imposible que un gobierno, un sistema educativo o un profesor estén equivocados o no sepan enfocar hacia qué debe ir dirigido el aprendizaje y qué es aprendizaje, así como qué no lo es. Y como saben, y como tienen razón, la única causa por la que esto podría no funcionar es el niño. El niño, que desde que entra en clase hasta que sale, tiene TDA. El único tipo de TDA que desaparece cuando al niño se le quita la “medicación que recibe en la escuela”. El niño se aburre porque sus expectativas, sus sueños, y su mentalidad superan lo que la escuela puede ofrecerle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario